sábado, 21 de junio de 2014

Los amorosos, cartas a Chepita

Antier nos enojamos ¿No es así? Ayer estuvimos contentos y no dijimos nada. Me perdonaste y te excusé. Uno pasa a veces por ratos de depresión y el desasosiego íntimo nos hace pasar por ásperos en la relación y duros y ergotistas. Pero eso pasa. Son estados naturales y hasta diría periódicos de nuestro desarrollo sentimental y emotivo.
Tengo que escribirte estas cosas cuando quisiera no escribirte ni decirte nada, sino abrazarte y besarte en silencio, y mirarte, y sentirte a mi lado y estar juntos no más, así, todo el tiempo.

lunes, 16 de junio de 2014

El dia en que decidió llorar. Prologo.


Desde que era una niña tomé la decisión de no sacrificar mi corazón, menos por amor. No vale la pena.
Dicen que los niños cambian de parecer fácilmente, también, dicen que no son totalmente conscientes de lo que pasa en su entorno. Debo aclarar que… los niños ven más de lo que uno piensa, ellos ven las señales que nosotros pasamos por alto. Parece ser que se nos olvida lo que en algún minuto fuimos y que aquella etapa nos sirve como patrón, para el resto de nuestras vidas, hay que decirlo, es una parte importante para lo que somos en el futuro.
A temprana edad caí en cuenta, lo más importante para un ser humano son las relaciones interpersonales pues la soledad no es buen amigo, más si es por tiempos prolongados, y por sobre todas las cosas me di cuenta de ese sentimiento que rodea a la gente, el amor. Esa emoción que viene empaquetada de diversas formas y aboca hacia diferentes direcciones, esa cosa que todos podemos distinguir claramente cuando somos niños, color, forma y olor, incluso podemos tocarla; pero tarde o temprano, como todo, nos olvidamos de que le conocemos bien, de que nos acompaña, y terminamos usándola como algo totalmente misterioso y desconocido. Me di cuenta además, de dos cosas primordiales en este tablero, el tiempo y la distancia, juegan en contra como si fueran las manecillas de un reloj en dirección contraria, para ellos no existe ni lógica, ni corazón, caprichosos ellos van al ritmo que más les conviene. 
La primera experiencia que tuve con el amor –cerca, claro- no me pasó a mí directamente, la verdad actúe como vil observadora, una testigo cubierta de subjetividades. 
Mis padres, bueno, ellos siempre han sido un estupendo equipo, supongo que es por las bases en las que se dio su relación, siempre me enseñaron que el respeto y el apoyo, eran primordiales. Sin embargo, recalco: Ellos son un equipo. ¿Desde cuándo? ¿Por qué mi insistencia en remarcarlo? ¿Ellos se han dado cuenta? Pues, la primera y la segunda, puedo contestarlas con exactitud; la tercera, no estoy tan segura.
Les sonará raro pero… ¿Qué saben ustedes de la infidelidad? La verdad es que yo se un par de cosas. 
Está claro que la infidelidad es un acto cotidiano en el mundo de hoy, a pesar de que cada persona, ente u familia, actúe bajo distintos rangos y efectos. También sé que es un patrón que se comenzó a dar primeramente entre los hombres y que más tarde, pasó a ser de ritmo general para ambos sexos. Otra cosa y de lo que más segura estoy, es que la infidelidad acarrea una serie de consecuencias imperceptibles que muy luego se vuelven profundas heridas.
Destaco que en ningún momento he culpado a alguna de las dos partes – a mi juicio- en estos casos existe una responsabilidad compartida, aquí no hay victimas o criminales, aquí solo existe gente que sufre, gente que se arrepiente, gente que se lamenta. Gente que al fin y al cabo se desilusiona y se queda seca.
Y mi pregunta es: ¿Podrá tomarse la infidelidad como una experiencia? Sinceramente, creo que si se puede. Todos en algún momento terminan aceptándolo, pero para llegar a eso, hay que dejar pasar el tiempo y con urgencia, hay que limpiar el alma. Sin embargo, mi madre nunca ha dejado que el tiempo limpie a su alma, y mi padre, ya no hace el esfuerzo de buscar un perdón que quizás merece. Recuerdo a esa época con lujo y detalles, mi madre fue dejando a su persona de lado, se hundió en el trabajo –siempre ha sido trabajadora-, incluso se dejo estar y dejó de arreglarse para él. Supongo que la rutina igual metió mano y consumió mucho del romanticismo, que debió haber en algún momento, obvio, nosotros también, siendo realistas los hijos consumen mucho tiempo, sobre todo el de pareja. Bueno, por su parte mi padre buscó refugio en otros brazos. Para un hombre que no habla de lo que le sucede debió ser difícil. Incluso ahora, sólo puedo hacer suposiciones de lo ocurrido y de la forma en que llego al estado de buscar lo que le faltaba en una amante. No lo juzgo, es más, lo entiendo. Es que siempre hemos tenido ese carácter complejo de traducir. 
En fin, no estoy acá para sacar trapos viejos al sol, la verdad, sólo quería comenzar dando las bases de mi pensamiento y lo que me llevó a una decisión, de tan grueso calibre. Después de todo, yo pienso que la fragilidad no es signo de feminidad, sólo es una excusa tonta para buscar protección, y no quiero eso. No necesito verme débil, eso sería penoso y no vine a este mundo para causar lastima. Soy fuerte y le voy a tapar la boca a cualquiera que dese probar lo contrario.

Julio Cortázar, Instrucciones para amar (fragmento).

(…) Admirar todo lo que guste, deleitarse con las más inocentes excusas, detener el tiempo mientras se ve a la persona amada hacer algo tan simple como hablar, fruncir el ceño o jugar infantil y tiernamente con un peluche. Agregue dulzura a gusto. Añada sonrisas, payasadas y bromas (las lágrimas no hacen mal si están medidas en proporción y están bien batidas con amor), regalos insignificantes como un beso en un momento inesperado o un papel escrito a las apuradas, pueden ser valorados más que una joya.