jueves, 3 de abril de 2014

Cómo fracasar en sociedad


La diplomacia es un arte complejo y sutil que  los  inadaptados sociales admiramos desde  lejos, como  intrusos harapientos en un baile de gala. Pero así como el cojo  añora  la pierna que perdió  y  la  reconstruye en  la  imaginación, el  sociópata puede teorizar sobre un arte que desconoce en la práctica, pero ha estudiado a fondo con el  resentimiento  de  los  inválidos.  La mayor  dificultad  del  trato  social,  según  creo, consiste  en  adivinar  lo  que  el mundo  espera  de  uno  y  actuar  camaleónicamente  según  lo  requieran  las  circunstancias.  Para  eso  hay  que  saber  calibrar  al  otro  al primer  vistazo,  renunciar  a  cualquier  brote  de  espontaneidad  y  estar  siempre dispuesto a  representar un papel. No  culpo a quienes han adoptado una máscara social con fines de supervivencia. ¿Qué importa ser un poco hipócrita si con ello se logra  un mejor  entendimiento  con  los  demás? Fingir  gentileza,  o mejor  aún,  fingir aprecio,  es  una  táctica  infalible  para  granjearse  el  favor  de  la  gente,  porque  el prójimo  siempre  acepta  al  interlocutor  que  lo  trata  con  calidez.  Pero  quienes representamos mal ese papel, ya sea por  inseguridad o misantropía  (defectos que suelen  ir  de  la mano),  debemos  abstenernos  de  interpretarlo,  porque  la  gentileza forzada hiere más que ningún desaire y concita las peores enemistades. 


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